Día como ningún otro, en pleno invierno, clima relativamente cálido, enfriado por vientos inconstantes. A la mañana, mientras chateaba en un horario poco usual, hacia la cama con la radio prendida, a la vez que un sol amarillo interrumpía con la racha lúgubre que predomino últimamente. "Hablando" de nimiedades al principio, lo demás ya se sabe. Las ganas de ir a la facultad eran bastante menores que el promedio de las veces. Los primeros 15 minutos en el colectivo, lleno de gente; casuales. Pero después me senté, y el sol, tímido pero presente, se hacia sentir.Tire la cabeza hacia atrás, cerré los ojos, un calor agradable me acogía, canciones tranquilas cuyas letras perdían sentido, pero no ritmo.Un sueño avasallante que nunca domino. Y durante esa media hora, estuve en paz. Tranquilo.Sereno. Esa fracción de tiempo que simulaba ser eterna, le dio sentido a todo el mes. Me llevo a épocas mas simples y felices, que ahora descansan bajo la tutela de un degrade de amarillos espesos, intensos.
Y todo porque ya me largue al vasto océano, porque mi barquito ya tambaleo, ya lo creí perdido en ocasiones. El naufragio como ultimo fin, pero siempre hubo islas, otros barcos, todo estuvo ahí, pero invisible, porque estaba ciego.
Pero de un momento a otro todo cambió, sin siquiera notarlo, porque cuando mas crecemos, es cuando estamos al borde del abismo, contemplando todo aquello de lo que fuimos y somos parte. Esa vista que nos cambia la perspectiva de las cosas, es nuestra ultima visión, de ahí en mas sentimos lo que nos rodea, las hojas que tomamos con firmeza, el grafito que se deshace, dejando su marca, volviéndose inmortal en la mente de sus lectores. Que en nuestro caso, se reduce a dos acciones: recordar y olvidar.
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