Todos y cada uno de los intentos de desatrancar los engranajes oxidados pero nuevos, son un eterno fracaso magro e iracundo.
Sientiendo un iktsuarpok ferviente, aunque so sepa el porque de ese estado.
Con la profundidad como para hundir una ciudad, pero con tan pocas ganas que ni un helado seria de mi agrado, la indiferencia irascible de ser, pero no querer.
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